Las Últimas Noticias (1993, feb 23): De Cuba a San Diego

Abstract

Don José Sepú1veda, propietario de la librería "El Quijote" de San Diego, es hombre generoso y de buen corazón. Lo demostró al devolver gratuitamente un libro cubano a su dueña, el cual -por extraños artilugios- había llegado a su poder el año pasado. La anécdota le ocurrió a una periodista de LAS ÚLTIMAS NOTICIAS en la "Primera feria dei libro usado" que la Universidad Mayor organizó en la capital con participación de 15 librerías de calle San Diego. Allí, en el stand de don José, la reportera encontró por casualidad el ejemplar de "Oficio de difuntos" (novela del venezolano Arturo Uslar Pietri) que ella había adquirido en el verano de 1992 en una librería de la colonial ciudad de Trinidad, en Cuba. El volumen se lo había prestado a un colega que nunca se lo devolvió y que además, al trasladarse de la ciudad, vendió toda su biblioteca a don José Sepúlveda, incluido el texto ajeno (¡!). Ante tamaña sorpresa, la periodista explicó al librero la historia y éste, amablemente, le devolvió el ejemplar en forma gratuita. "Es suyo, así que lléveselo no más", le dijo, pese a que lo vendía en mil pesos. Así terminó el periplo de la novela que viajó desde Cuba a la capital chilena, fue a dar a la calle San Diego y ahora regresó a manos de su dueña.

Don José Sepú1veda, propietario de la librería "El Quijote" de San Diego, es hombre generoso y de buen corazón. Lo demostró al devolver gratuitamente un libro cubano a su dueña, el cual -por extraños artilugios- había llegado a su poder el año pasado. La anécdota le ocurrió a una periodista de LAS ÚLTIMAS NOTICIAS en la "Primera feria dei libro usado" que la Universidad Mayor organizó en la capital con participación de 15 librerías de calle San Diego. Allí, en el stand de don José, la reportera encontró por casualidad el ejemplar de "Oficio de difuntos" (novela del venezolano Arturo Uslar Pietri) que ella había adquirido en el verano de 1992 en una librería de la colonial ciudad de Trinidad, en Cuba. El volumen se lo había prestado a un colega que nunca se lo devolvió y que además, al trasladarse de la ciudad, vendió toda su biblioteca a don José Sepúlveda, incluido el texto ajeno (¡!). Ante tamaña sorpresa, la periodista explicó al librero la historia y éste, amablemente, le devolvió el ejemplar en forma gratuita. "Es suyo, así que lléveselo no más", le dijo, pese a que lo vendía en mil pesos. Así terminó el periplo de la novela que viajó desde Cuba a la capital chilena, fue a dar a la calle San Diego y ahora regresó a manos de su dueña.