Procesamiento de RAEE factibilidad técnico-económica de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos

Abstract

En todo el mundo, los residuos conocidos como basura electrónica están creciendo de manera importante. América Latina posee un retroceso respecto del tratamiento de esta basura que exige un adecuado manejo. Para Chile, las demandas de una economía en vías de desarrollo requieren cierta preparación para recibir las toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos que se generan producto de la vorágine tecnológica de la que somos testigos. Este documento busca ser considerado una guía de apoyo a esa preparación necesaria para llevar a cabo una gestión de residuos responsable con el medio ambiente y sustentable para el país, a través de una evaluación para la instalación de una planta que procese los residuos generados. en lo concreto es necesario abordar el asunto lo antes posible, establecer obligaciones a cada productor de aparatos eléctricos y electrónicos que opere en el país es un paso fundamental, a modo de acotar los alcances según el ciclo de vida de cada dispositivo en el mercado. En Chile el mercado de computadores está representado en cerca de un 80 por ciento por un grupo de compañías internacionales, mientras que el resto del sistema se completa por una gran cantidad de ensambladores locales. Se visualizan tres grupos de consumidores: hogares, empresas e instituciones gubernamentales, quienes adquieren cerca del 35, 55 y 10 por ciento del equipo computacional respectivamente. No todo el equipo comprado es nuevo, la reutilización tiene gran impacto y más de la mitad de los equipos tiene un segundo uso. Este fenómeno de la reutilización se da principalmente en hogares, micro y pequeñas empresas dedicadas principalmente al ensamblado de equipos a pedido y que finalmente desechan más del 90 por ciento de sus computadores. La media de vida útil de los computadores es de ocho años incluyendo su segundo uso. La cantidad de residuos electrónicos aumentará en un 10 por ciento durante la década actual, dos veces más rápido que los residuos domésticos (cuya gestión depende de las municipalidades). De este modo, en 2020 habrá 1,7 millones de computadores obsoletos cada año. Si se aborda la situación desde la perspectiva del peso, debido a la evolución de los dispositivos que tienden a ser más livianos, la cantidad de residuos de computadores se triplicará a 20 mil toneladas desde la pasada década a la actual. Se debe tener la visión que esta cifra podría ser aún mayor, pues los adelantos tecnológicos indican que cada vez se privilegian las manufacturas con partes pequeñas, en desmedro de los equipos pesados y voluminosos. Entonces, si se consideran ambas décadas se habla de aproximadamente 215 mil toneladas de residuos electrónicos provenientes sólo de la corriente de computadores, los cuales contienen 2 toneladas de arsénico suficiente para contaminar 225 millones de litros de agua potable, 3 toneladas de mercurio y cerca de 10 toneladas de plomo. Lo anterior genera de inmediato dos consecuencias; en primer lugar el potencial daño que cada elemento produce al ser humano al filtrarse en las napas terrestres si no es tratado adecuadamente y termina en un vertedero municipal, y en segundo lugar están los cientos de millones de dólares en metales recuperables como oro, aluminio, zinc, etcétera. Es importante establecer redes de contacto a nivel mundial para el tratamiento de los RE, sin embargo los idiomas siguen siendo una férrea barrera de entrada para nuevos actores. Bajo esa perspectiva, huelga evaluar un sistema que pueda sustentarse de manera “orgánica”, contando por ejemplo con una refinería de metales preciosos y/o más empresas que puedan realizar la eliminación definitiva de los RAEE. Es sano saber que Chile posee iniciativas que ayudan al reciclaje de equipos, pero las partes que no se destinan a este fin deben ser tratadas y dispuestas al medio ambiente de la manera que corresponda según su estado de uso y vida útil. Si se es capaz de aplicar gestión en ambos frentes se atacaría el problema en forma integral.

En todo el mundo, los residuos conocidos como basura electrónica están creciendo de manera importante. América Latina posee un retroceso respecto del tratamiento de esta basura que exige un adecuado manejo. Para Chile, las demandas de una economía en vías de desarrollo requieren cierta preparación para recibir las toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos que se generan producto de la vorágine tecnológica de la que somos testigos. Este documento busca ser considerado una guía de apoyo a esa preparación necesaria para llevar a cabo una gestión de residuos responsable con el medio ambiente y sustentable para el país, a través de una evaluación para la instalación de una planta que procese los residuos generados. en lo concreto es necesario abordar el asunto lo antes posible, establecer obligaciones a cada productor de aparatos eléctricos y electrónicos que opere en el país es un paso fundamental, a modo de acotar los alcances según el ciclo de vida de cada dispositivo en el mercado. En Chile el mercado de computadores está representado en cerca de un 80 por ciento por un grupo de compañías internacionales, mientras que el resto del sistema se completa por una gran cantidad de ensambladores locales. Se visualizan tres grupos de consumidores: hogares, empresas e instituciones gubernamentales, quienes adquieren cerca del 35, 55 y 10 por ciento del equipo computacional respectivamente. No todo el equipo comprado es nuevo, la reutilización tiene gran impacto y más de la mitad de los equipos tiene un segundo uso. Este fenómeno de la reutilización se da principalmente en hogares, micro y pequeñas empresas dedicadas principalmente al ensamblado de equipos a pedido y que finalmente desechan más del 90 por ciento de sus computadores. La media de vida útil de los computadores es de ocho años incluyendo su segundo uso. La cantidad de residuos electrónicos aumentará en un 10 por ciento durante la década actual, dos veces más rápido que los residuos domésticos (cuya gestión depende de las municipalidades). De este modo, en 2020 habrá 1,7 millones de computadores obsoletos cada año. Si se aborda la situación desde la perspectiva del peso, debido a la evolución de los dispositivos que tienden a ser más livianos, la cantidad de residuos de computadores se triplicará a 20 mil toneladas desde la pasada década a la actual. Se debe tener la visión que esta cifra podría ser aún mayor, pues los adelantos tecnológicos indican que cada vez se privilegian las manufacturas con partes pequeñas, en desmedro de los equipos pesados y voluminosos. Entonces, si se consideran ambas décadas se habla de aproximadamente 215 mil toneladas de residuos electrónicos provenientes sólo de la corriente de computadores, los cuales contienen 2 toneladas de arsénico suficiente para contaminar 225 millones de litros de agua potable, 3 toneladas de mercurio y cerca de 10 toneladas de plomo. Lo anterior genera de inmediato dos consecuencias; en primer lugar el potencial daño que cada elemento produce al ser humano al filtrarse en las napas terrestres si no es tratado adecuadamente y termina en un vertedero municipal, y en segundo lugar están los cientos de millones de dólares en metales recuperables como oro, aluminio, zinc, etcétera. Es importante establecer redes de contacto a nivel mundial para el tratamiento de los RE, sin embargo los idiomas siguen siendo una férrea barrera de entrada para nuevos actores. Bajo esa perspectiva, huelga evaluar un sistema que pueda sustentarse de manera “orgánica”, contando por ejemplo con una refinería de metales preciosos y/o más empresas que puedan realizar la eliminación definitiva de los RAEE. Es sano saber que Chile posee iniciativas que ayudan al reciclaje de equipos, pero las partes que no se destinan a este fin deben ser tratadas y dispuestas al medio ambiente de la manera que corresponda según su estado de uso y vida útil. Si se es capaz de aplicar gestión en ambos frentes se atacaría el problema en forma integral.