Educar para el desarrollo del pensamiento es educar para la autonomía y la libertad

Abstract

Uno de los primeros aprendizajes relevantes de todo educador es conocer las etapas del desarrollo evolutivo y las teorías asociadas a cómo aprenden los niños, esto, debido a que la ruta de aprendizajes que traza el docente en su análisis y planificación curricular para potenciar las capacidades de sus estudiantes debe ser coherente a estas características esenciales del ser humano, así como a su contexto general, intereses y habilidades específicas. En los últimos 20 años, las neurociencias, con sus múltiples estudios sobre los diversos estímulos y las respuestas del cerebro a estos, sumado al conocimiento existente en pedagogía y psicología, han abierto nuevas perspectivas de análisis global que han resultado muy interesantes, esta trilogía, es la denominada neuroeducación, “que es considerada una nueva disciplina científica en formación”, Battro, Antonio M. (2011), “…y que representa la intersección de diversas especialidades relacionadas con la enseñanza y el aprendizaje”, le han permitido a los docentes agregar nuevos criterios y conceptos a las decisiones pedagógicas, por ejemplo, si bien el conocimiento de los hitos del desarrollo nos permiten verificar si un bebé avanza con normalidad en sus primeros 24 meses de vida, los nuevos estudios de neurociencias nos pueden señalar qué tipo de barreras o facilitadores permiten limitar o potenciar ese desarrollo respectivamente; además, permiten determinar qué tipos de estrategias son más adecuadas para lograr avances en aprendizajes determinados, o cómo potenciar la concentración, levantar la motivación y con ello lograr una mejor disposición al aprendizaje. Esto es relevante ya que dinamiza el concepto de infancia y de desarrollo, otorga el necesario espacio al individuo singular, entrega fundamentos claros para liberar al niño de la predeterminación, y brinda al docente la urgencia de plantearse desde un enfoque educativo plenamente consistente con el enfoque de derechos, tanto en su planificación y evaluación, como en su gestión educativa individual y de equipo pedagógico, tipo de interacciones y trabajo con las familias.

Uno de los primeros aprendizajes relevantes de todo educador es conocer las etapas del desarrollo evolutivo y las teorías asociadas a cómo aprenden los niños, esto, debido a que la ruta de aprendizajes que traza el docente en su análisis y planificación curricular para potenciar las capacidades de sus estudiantes debe ser coherente a estas características esenciales del ser humano, así como a su contexto general, intereses y habilidades específicas. En los últimos 20 años, las neurociencias, con sus múltiples estudios sobre los diversos estímulos y las respuestas del cerebro a estos, sumado al conocimiento existente en pedagogía y psicología, han abierto nuevas perspectivas de análisis global que han resultado muy interesantes, esta trilogía, es la denominada neuroeducación, “que es considerada una nueva disciplina científica en formación”, Battro, Antonio M. (2011), “…y que representa la intersección de diversas especialidades relacionadas con la enseñanza y el aprendizaje”, le han permitido a los docentes agregar nuevos criterios y conceptos a las decisiones pedagógicas, por ejemplo, si bien el conocimiento de los hitos del desarrollo nos permiten verificar si un bebé avanza con normalidad en sus primeros 24 meses de vida, los nuevos estudios de neurociencias nos pueden señalar qué tipo de barreras o facilitadores permiten limitar o potenciar ese desarrollo respectivamente; además, permiten determinar qué tipos de estrategias son más adecuadas para lograr avances en aprendizajes determinados, o cómo potenciar la concentración, levantar la motivación y con ello lograr una mejor disposición al aprendizaje. Esto es relevante ya que dinamiza el concepto de infancia y de desarrollo, otorga el necesario espacio al individuo singular, entrega fundamentos claros para liberar al niño de la predeterminación, y brinda al docente la urgencia de plantearse desde un enfoque educativo plenamente consistente con el enfoque de derechos, tanto en su planificación y evaluación, como en su gestión educativa individual y de equipo pedagógico, tipo de interacciones y trabajo con las familias.